Reseña de los capítulos "Introducción” y “El poema" de El arco y la lira, de Octavio Paz

"Introducción” y “El poema
Por Édgar Fabián Amaya Güiza


 

Octavio Paz. “Introducción” y “El poema”. En: El arco y la lira. México, D.F.: Fondo de cultura económica, 2005, p. 13-113.
 
En el libro “El arco y la lira”,  Octavio Paz, poeta y ensayista mexicano, desde el punto de vista como escritor, hace un acercamiento al fenómeno poético como un todo: existencia del mundo, de lo real; el continuo encuentro de fuerzas naturales y sobrenaturales que generan explosiones imperceptibles por el ser; la presencia; la ausencia; la búsqueda,  el deseo de encuentro; el conjurar elementos diversos y heterogéneos y reunirlos en un cuerpo indiviso; proceso creador y recreador;  la manifestación; la trasfiguración, en fin, el hombre, la realidad y el mundo.  Unión que comienza en esta primera parte que se compone de “La poesía y poema” y “El poema”, dividido en cuatro subcapítulos, donde se busca, en primer lugar, establecer una diferenciación entre la poesía y la obra humana y, posteriormente, ofrecer un contacto con los aspectos esenciales de la creación.

En la introducción,  al responder a la pregunta, ¿qué es la poesía?,  observa  que ella podría ser todo lo existente y lo oculto: confesión, conjuro, revolución, ejercicio de liberación espiritual, máscara que oculta lo sabido y lo olvidado y caracol. Seguidamente, para la interrogación, ¿no confundimos arbitrariamente entre la esencia y la forma que es composición?, él percibe que la primera sería externa a la segunda y que, a su vez,  lograría existir sin necesidad de estar dentro de la otra, es decir, sería el mundo. Así mismo, en el interrogante, ¿qué ocurre con la palabra empleada por el hombre en una producción poética y un discurso?, puntualiza que en el segundo los vocablos buscarían constituir un sentido unívoco, partiendo de su pluralidad de significados; mientras que el primero respetaría esa polisemia propia de ellos, transmutándolos en el instante en que  ingresan en su círculo. Al mismo tiempo, asevera que en la recreación el lector encuentra una correspondencia, un reconocimiento de él en el “otro”. El capítulo termina con tres preguntas que giran en torno a la existencia, a lo que dicen y al cómo comunica el decir lírico  que, a lo largo del libro, se irían respondiendo.

En la segunda parte se distinguen  cuatro bloques: el lenguaje, el ritmo,  verso y  prosa y la imagen. En primer lugar, el autor se ocupa de la definición del “lenguaje”. Además, aborda su esencia, que sería la representación por medio del signo, labor que el lírico conseguiría a través de la palabra. Podría decirse que es muy adecuado el comienzo de este segundo segmento; puesto que al ser el vocablo la materia de la que se sirve el poeta para representar una realidad y elaborar un poema,  este, por consiguiente, sería considerado como ese sistema que va más allá de él mismo.

De acuerdo a lo anterior, el término expresaría al hombre, puesto que él y de él proviene la idea de esa existencia; sin embargo, sostiene el escritor, el lenguaje que debería  usarse sería uno vivo, en cuanto a estar en uso, y común a un grupo de personas, secta, comunidad o sociedad; pues la creación humana se considera como tal en el momento creativo y el participativo, desde el lector. Igualmente, hace referencia a una de las labores del artífice: la purificación del lenguaje, que consiste en devolverle su naturaleza polisémica.  Finalmente, y partiendo de lo anterior, se plantea la pregunta de si al recobrar su  esencia, se estaría complicando el sentido de la obra.

En segundo lugar, en el siguiente rubro se reflexiona sobre el fenómeno que André Breton convoca en la frase “les mots font l’amour”, esa fuerza invisible y ordenadora de afinidades y repulsiones entre las voces que, en últimas, vendría a ser el núcleo de la frase, es decir, “el ritmo”. Con esta energía,  según Paz,  sería posible “la distinción del poema de las otras formas literarias”, ya que este sigue el ordenamiento misterioso y seductor que le indica el impulso propio de su creador. Aún, ese movimiento automático e invisible al venir del ente productor, nos sugeriría un llamamiento o acercamiento hacia un “algo” insospechado, oculto propio de él, de ahí que Octavio diga que genera en nosotros una inquietud que sólo sería calmada en la medida en que nos acerquemos al “algo”.

Por lo tanto, si existe una llamada dejada por el artista, sería porque existe un abandono de una parte de su yo, una efigie, una visión, un mito que se quedó a mitad de la búsqueda y podría ser recreado por el leedor en la medida en que  entrega su yo a la visión dejada por el otro.  Así mismo, el ensayista llega a sostener que el compás incorpóreo es tiempo, y al ser nosotros él somos algo continuo y complejo e, igualmente, la fuente de las creaciones que vuelve, encarna y se actualiza sin importar trasgredir su misma dimensión temporal tanto en el momento creativo del poeta y como en el del lector, la recreación.

En el subcapítulo, “verso y prosa”,  que comienza con la pregunta, ¿cómo distinguir prosa y poema?, el autor afirmaría que la propiedad invisible y rítmica propia del poema estaría ausente en la obra del prosista, puesto que esta es resultado de una operación reflexiva que busca la coherencia y la claridad conceptual. Además, puntualiza que el ritmo no es esa figura inerte o la medida abstracta y lejana de una obra, sino que es el núcleo de la “frase poética”, donde se encuentra simultáneamente con la imagen y el sentido y que, de igual modo, otorgaría vida al metro.

Por otro lado, muestra las distintas formas de rebelión que la poesía ha generado contra la abstracción y la versificación silábica dentro de ella misma en distintos momentos dentro del francés y el inglés. Siempre con el fin de volver a su estado natural, al ritmo. Luego, asiente que en la oración en español, el ritmo y el concepto serían sistemas independientes que se combinan y  se alternan. De ahí que pueda existir la danza dentro de los estilos de pensar, lo que alejaría de la monotonía al discurso prosaico, llegando a confundirse con el poético.

En la última parte, “la imagen”, se establece una diferencia entre la imagen como vocablo de valor psicológico y la que es el objeto de reflexión, concebida como toda forma verbal.  De igual manera,  esa herramienta creativa  le permite al artífice llegar a decir lo indecible e incluso devolver y preservar  el carácter natural del lenguaje, que sería el origen de su complejidad, tanto en su forma como en su sentido, porque dentro de ella la oposición de los contrarios se reitera, al mismo tiempo que se establece un acercamiento por semejanza. Luego, sobre el interrogante, ¿cuál es el sentido de la imagen?, el autor señala que al estar hecha de términos la rige el ritmo y esta recrea, evoca la experiencia, la visión del lírico y su sentido se explica en esa misma evocación indecible, es decir, ella se explica por sí misma. Señala, por otra parte, que el poema,  conjunto de imágenes, puede mostrar a través de ellas lo que el lenguaje no puede llegar a decir o lo que no es susceptible de reducirse a las meras voces, es decir, la complejidad  de la experiencia poética  no puede ser asida por la palabra por más significados que tenga.  De ahí que el autor diga que la poesía vaya más allá del lenguaje.

Al final del subcapítulo se hace una enumeración y definición de los diferentes tipos de imágenes, donde se cuentan las comparativas, las que establecen nuevas realidades, las que generan la contradicción, las que revelan la pluralidad de lo real y  las que realizan “nupcias de los contrarios” con el fin de manifestar que en todas ellas la pluralidad siempre se presenta como una “unidad última”, donde solo puede ser explicada por ella misma.

El arco y la lira es un texto que al acercase al fenómeno poético desde la poesía  ofrece una visión compleja y, hasta podría decirse, etérea; puesto que consideraría la existencia total de lo que fue, pudo ser, es y sería presentes en un elemento, el ritmo. Aunque de lenguaje ameno y atractivo es vasto en conocimiento como para agotarlo de una vez, por lo que es necesario estarse deteniendo en algunas de sus partes, para tratarlo a fondo y no perderse en su contenido lírico.         
  

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares